Ese día estábamos en la playa y la habíamos pasado muy bien a pesar de la tambaleante situación de nuestro matrimonio. Julia estaba tostada por el sol y se veía cansada , claro solo tenia dos años, estaba sentada en la orilla y chapoteaba el agua con sus manos. Ofelia y yo hablábamos del futuro de Julia y como la afectaría el divorcio, era un momento triste en nuestras vidas y el ocaso daba un telón de fondo perfecto para esa tristeza, el amor se había ido, la separación era lo mejor antes de herirnos. Entonces vimos como salía del mar la sirena, era grande de mas de dos metros de alto parada en su cola como los delfines, su piel blanca como la de los muertos y su cabello negro tenia tonos de liquen, tomo a julia con sus manos membranosas nos miro fijamente y nos enseño con furia sus dientes de barracuda mientras hacia un sonido chillón, se volvió así al mar inmenso y mas nunca volvimos a ver a nuestra hija julia gritamos como locos nadie escuchaba