Mozart

lunes, 1 de octubre de 2012

El cuarto


A Crispula de unos cuarenta años, la mujer de Juan Evencio el carnicero, le acosaban intensos calores, que no se aliviaban ni con el uso del ventilador ni con Los modernos aparatos de aire acondicionado, que ya hace treinta años comenzaron a usarse en el pueblo. La pobre Crispula sufría de los grandes sofocos, más que todo en la noche luego de acostarse. Decidió Juan Evencio un plan maestro  que acabaría con el sufrimiento de su amada Crispula, eran una pareja muy hermosa, ella linda, de cuerpo de sirena y el fuerte de pelo negro espeso. Vivian en una casa con un jardín lleno de Yerbabuenas y rudas. Juan Evencio comenzó a modificar uno de los cuartos de la casa, cubrió sus paredes de aislantes térmicos, coloco una red de tuberías  e instalo un compresor de Frigorífico industrial; Este es un aparato que produce mucho frio, tanto que se usa para conservar la carne en las carnicerías y mataderos. Comunico su idea a Crispula, que un poco desconfiada al principio se negaba a dormir en aquel cuarto extraño; pero al abrir la pesada puerta que había instalado Juan Evencio sintió el gélido soplo como una caricia de las regiones Árticas. De inmediato el aposento matrimonial fue mudado al cuarto frío, Crispula feliz dormía a pierna suelta, mientras el  ingenioso marido se cubría con chaquetas, abrigos y colchas muy gruesas, a los días comenzó Juan Evencio a dormir fuera del cuarto, el frio insoportable y filoso se colaba a través de varias capas de tela y al llegar a los huesos los roía con furia. Poco a poco se fue acabando la vida marital de Crispula y Juan Evencio, dormían en cuartos separados como toda pareja con problemas. Hoy después que han pasado más de veinticinco años, aun viven bajo el mismo techo. Ella mantiene la relativa lozanía de sus cuarentas aunque ya tiene sesenta y cinco; Dormir en el frío, además de curarla de aquellos vaporones, le ha permitido paralizar el efecto del paso del tiempo y se conserva Hermosa y fresca como las Yerbabuenas o las Rudas, y no falta en la calle quien le diga un piropo como ofrenda a su belleza y  le caliente la oreja, ella sonríe halagada  y despierta pasiones. El Pobre Juan Evencio en cambio, en estos treinta años se ido secando como los cerros en verano. Las arrugas cubren su rostro avejentado, sus cabellos no existen y es una caricatura mal hecha de lo antes fue un hombre muy  fuerte. Las  gentes  del pueblo en sus cotilleos dicen!! Quien lo manda a Juan Evencio el carnicero, dígame eso, De estar guardando la belleza de Crispula  para otro!! En las noches, se escucha en la calle el ruido sordo del compresor del frío cuarto donde Crispula duerme, Soñando con el galán de la telenovela.

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