La ventana
Los domingos cuando salía de la misa me colaba
a escondidas hasta la pequeña ventana de la sacristía. Desde ella miraba como
entraba calladamente la viuda Joaquina y como se desnudaba, su piel y su
belleza eran para Jose del Carmen, el sacristán de la iglesia que también nos
enseñaba el catecismo. A escondidas de todos desataban sus pasiones y yo era el
único testigo .Recuerdo que sentía los besos y caricias de Mercedes como
si fueran míos, aprendi de Jose del Carmen el arte de hacerle el amor a
una mujer mucho antes de poder tenerla. El pueblo en ese tiempo
solo tenia seis calles y algunos automóviles .Se veían los techos de
teja y barro, todo lo demás estaba cubierto por arboles: Mangos,
Cotoperices, Samanes, Mamones y aguacates, Hacia el sur pasaba el rió y
hacia el norte las montañas. Hoy después de cuarenta años todo esta
donde mismo y el pueblo es mas grande.
Pero cuando de lejos veo la pequeña ventana de la sacristía, la lujuria del
recuerdo se apodera de mí y me voy rápido a casa, con mi mujer, María para
hacerle el amor como aprendí de ver a Jose del Carmen y a Joaquina, Del
catecismo no recuerdo nada, solo el padre nuestro.
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