El alabastro se tornaba tibio y del mármol emanaba un perfume a jazmín,nunca mujer alguna tuvo manos así, sus ojos me miraban.Intente llevármela a mi rancho,pero la estatua no se deja mover con un peso de siglos, nadie
quizo ayudarme ,me dijeron loco!! y me escupieron, no me importa, como loco puedo amar a una piedra.Desde entonces vivo aqui en esta calle tirado a sus pies.El polvo y la suciedad me van cubriendo,se endurecen sobre mi piel, no tengo hambre ni sed,sigo insistiendo,solo transformándome podre conquistarla para siempre.
Juan Francisco Lara Fernandez .
Cagua 2012.
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