Era la guerra y en los campos moraba la muerte,los pueblos ardían en brazas eternas y un disparo quebraba el silencio , allá en las colinas se peleaba la batalla .
En su puesto de mando el general garcía oteaba el horizonte, buscando esperados refuerzos, las tropas debilitadas por tres dias de batalla, famélicas y cansadas, de los caballos quedaban pocos y estos pocos estaban hambrientos y ariscos, en fin Esperaban los refuerzos desde la pasada noche. Venían al mando del coronel Cupertino Dalab un buen oficial de mil combates ,pero desordenado y enamoradizo,bebedor y mundano como un cosaco, traía con el seiscientos hombres todos llaneros y zamarros hábiles con la lanza y el machete ,hombres sin sueño ávidos de la sangre enemiga y de habían salido de san Carlos dos dias antes y según el correo de postas estaban varias horas retrasados,ya era imposible resistir mas sin los refuerzos.
Lo que no sabia el general Garcia era que el enemigo conocía de los refuerzos y así sus jefes tuvieron la idea de interceptarlos desde el momento que salieron . Y como los interceptamos? decía el general Urrutia un vasco grande y peludo como un oso , comandante de la división realista y hombre de guerra curtido en el sol abrazante del trópico, no tenemos hombres suficientes para eso y los pocos que tenemos están muy cansados yo lo haré mi general y de la sombra salio un hombrecito de piel oscura ,Era" el moro" un sargento realista llamado asi por su piel y por su sangre de ancestros marroquíes. Como coños como coños decía el general uno solo para un batallón. El moro le dijo dadme todo el dinero que tengáis mi general y un buen caballo os juro que lo haré por el alma de mis padres.No teniendo mas opciones y sabiéndose perdido en la batalla, le fueron entregados al moro dos pequeños cofres llenos de oro, y así se fue en el caballo a detener al enemigo .
Al llegar a el pueblo mas cercano en la ruta por donde pasarían las tropas, pregunto donde quedaba el burdel mas cercano, se fue hasta la dueña una vieja matrona con cuerpo redondo y ojos tristes, el moro le ofreció un baúl lleno de oro si disponía a sus pupilas que eran cuarenta, en el camino y desnudas como vinieron al mundo lograban detener a los soldados del enemigo ,tambien mesas con muchas botellas de aguardiente , así se dispuso las mujeres ,bailaban alegres a la vera del camino por el pago que ofrecía la dueña, que no era poco en tiempos de guerra y hambre.
Cuando paso la tropa al coronel Dalab se le paralizo el corazón al ver tantas mujeres hermosas y desnudas,fue mas grande su impulso animal que su deber y Se entrego a la fiesta con sus oficiales quienes escogieron las mas hermosas ,las demas a los soldados para ellos era un regalo del cielo todo aquello en medio de la penumbra de la guerra y la sangre, a los tres dias bajo los vapores del aguardiente y el sexo se dieron cuenta que era tarde para llegar al auxilio de sus aliados y cuando llegaron solo consiguieron muertos y sangre seca en el campo de batalla, la cabeza del general garcía y sus oficiales puestas en sus propias lanzas con moscas en los ojos.
Todos prometieron silencio, en fin, no quedaba nadie para acusarlos por su gran negligencia y deshonor ,el moro que había cumplido sus ordenes jamas regreso al campamento del general Urrutia , se fue con el caballo y el cofre de oro restante, Dicen que a un lugar llamado agua blanca, donde compro una hacienda y murió muchos años después rico y sin remordimientos.
Esta es la historia de hombres que no fueron héroes y que por sus actos fueron juzgados en su momento por Dios el juez supremo de todas las cosas, sus nombres no fueron escritos por los historiadores ni cantados por los poetas, el basurero de la historia esta lleno de estos nombres .
Cagua agosto 2011
De Juan Francisco Lara Fernandez
De Juan Francisco Lara Fernandez
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